Mauricio Ortiz, de Bogotá a Oslo: «He recomendado mi trayectoria a mucha gente»

A veces la vida da muchas vueltas (y muy bonitas). Y eso es lo que le ha ocurrido a Mauricio Ortiz, un ingeniero mecánico originario de Bogotá, Colombia. Después de dos años en Oslo se encuentra en Barcelona, donde trabaja y estudia noruego para poder regresar al país de sus sueños lo más pronto posible. ¡Conoce su historia!

Hay mucho mar entre Bogotá y Oslo. ¿Cuál fue el inicio de toda esta aventura?
Partí de Colombia a España cuando tenía 20 años. Estudié 4 años ingeniería mecánica en León. Después de terminar la carrera tenía que hacer un máster, y vine a Barcelona porque me gustaba la ciudad. Luego entré en otro máster que era muy internacional, con muchos estudiantes de muchos países, y entre esas personas estaba mi novia, Camila, que es del norte de Noruega. Después decidimos continuar la vida en Oslo.

¿Por qué Oslo?
Oslo es la capital de Noruega, hay más integración, hay más cultura, más oportunidades e incluso el clima es más suave que en resto del país. Ya llevamos casi dos años allí.

Ahora vives temporalmente en Barcelona trabajando y estudiando en Institut Nòrdic. ¿Cuándo piensas volver a Oslo?
Depende mucho de conseguir un trabajo profesional de lo que he estudiado. En Noruega tienes que saber noruego, sino estás muy limitado en el mercado laboral.

¿En qué nivel estás ahora?
Estoy en B2. Ya que estoy en Barcelona decidí continuar estudiando el idioma para no perder el ritmo.

¿Qué te parece el noruego como idioma?
Me parece un alemán fácil. La gramática es sencilla; la pronunciación, difícil. Esa es mi conclusión. Entenderlo es un poco complicado al haber muchísimos dialectos, en total unos 400. Primero aprendes el estándar de Oslo y después lo vas ampliando.

Tu novia Camila es del norte de Trondheim. ¿Se habla muy distinto allí?
Sí. Toda su familia habla en dialecto, pero cuando ella se encuentra en Oslo habla bokmål, que es lo que se habla normalmente en la capital.

¿Y tú también tienes que enfrentarte a esa realidad de varios dialectos?
Sí, claro. De hecho, tal variedad me parece bien, porque al final aprendes más. Y me gusta mucho porque ves que el noruego es una lengua muy viva, pero hay que decir que todo esto genera retos.

Tu proyecto personal es quedarte a vivir en Noruega. ¿Qué te atrae de ese país?
¡Muchas cosas! Primero, la forma de vida. Se vive muy, muy bien allí, a pesar de que el clima es complicado. Pero a mi personalmente el frío no me molesta. También hay mucha tranquilidad en muchos aspectos: si tienes trabajo, estás bien. El bienestar social es de los mejores del mundo, no tienes que preocuparte de la educación de tus hijos, no hay problemas de vivienda, las jornadas laborales se respetan mucho, las vacaciones son buenas y las bicis no hace falta atarlas. ¡Todo está muy bien! El país da muchísimo. Y la gente es súper amable.

¿En Colombia se puede conseguir esa tranquilidad?
¡Imposible! Es como el agua y el fuego. Allí es todo lo contrario. Y si lo cuento en Bogotá ni siquiera me creen. A veces piensan que estoy exagerando. Hay mucho desconocimiento sobre el norte de Europa. Y si se conoce algo es el frío, y todos sabemos que el frío lo arreglas con buena ropa. Además, en verano no hace.

Antes de conocer a Camila, ¿Habías pensado mudarte al norte de Europa?
Siempre me había atraído, pero el punto final fue conocerla.

¿Recomendarías tu camino a otros?
Lo he hecho con mucha gente. Todos los que han conocido Noruega han quedado encantados.

¿Te ves de aquí a unos años como un noruego más? ¿Esquiando, subiendo al monte y desfilando en el 17 de mayo (día nacional) con la bandera noruega ondeando bien alta?
Sí, efectivamente.