Aina Bonet estudia tercero de lingüística aplicada en la Universitat Pompeu Fabra y nivel B1.1 de danés en Institut Nòrdic. Tras realizar un Erasmus en la ciudad danesa de Århus durante cinco meses, tiene previsto de marcharse otra vez para hacer prácticas allí el próximo año, y si puede ser, también cursar un Máster cuando finalice la carrera en Barcelona.
¿Cómo viviste la experiencia del Erasmus en Dinamarca?
Ya la primera semana de estar ahí pensé, aquí me quedo a vivir. Me gustó mucho cómo era la gente, cómo viven y cómo lo hacen, y empecé a coger su ritmo, me sentía a gusto con todo. Århus es una ciudad muy universitaria e internacional, académicamente la encontré bien preparada.
¿Habías estudiado danés previamente?
No, llegué que no entendía nada. Pero nos hicieron una semana de introducción y nos dijeron que podíamos apuntarnos a un curso, dos días a la semana, para hacer clases en una escuela que se llama Lærdansk. Empecé a aprender un poco de danés para sobrevivir. Al volver a Barcelona decidí que quería seguir estudiando danés y por esto me apunté en Institut Nòrdic. Cuando regresé pude incorporarme a un nivel B1.1, mi pareja es de Dinamarca y supongo que esto ayudó en el aprendizaje.
¿Sin saber danés, te podías desenvolver bien durante el tiempo que pasaste allí?
Cuando estaba en Dinamarca intenté buscar trabajos para complementar con la universidad y realmente fue difícil encontrar algo sólo con inglés. Te pedían que por lo menos supieses defenderte en danés con unos mínimos. Por eso tengo muy claro que si en un futuro tengo que ir a vivir allí necesito el danés sí o sí.
¿Qué es lo que más te atrajo de Dinamarca?
Que a pesar del frío del invierno, siempre encuentras calidez en cualquier lugar al que vayas. El hygge, que aquí en Barcelona se está comercializando hasta perder su esencia, allí se vive de verdad y forma parte de su cultura. En las quedadas de amigos se intenta siempre que puedas sentirte a gusto con los demás.
¿Y su manera de trabajar?
Los daneses son más organizados y planificados que nosotros. Hasta con los amigos tienes que quedar dos semanas por adelantado. Los daneses son más cautelosos, tardé tres meses en hacer amigos porque necesitan mucho tiempo antes de fiarse de alguien. Son más tímidos y les cuesta abrirse.
Pero una vez superado este primer paso…
El grado de confianza entre ellos es muy grande. En la residencia nadie dejaba las puertas cerradas. Y un hecho que me chocó especialmente, es que los padres dejan los cochecitos con los bebés bien abrigados aparcados fuera en hilera, solos, mientras ellos están tomando algo. ¡Una cosa así en Barcelona sería impensable! No podrías estar tranquilo.
¿Cómo te planteas, entonces, un futuro en Dinamarca?
Al finalizar el máster tengo un amplio abanico de profesiones a las que podría dedicarme: profesora, correctora, editora… me tendría que especializar. El próximo año, por ejemplo, tengo previsto de hacer prácticas en Dinamarca y trabajar de asistente de profesora de castellano en un instituto danés, una de las ramas que me gustaría escoger en un futuro.