Isabel Morón y Alejandro Fernández, médicos en Suecia: «la idea es quedarnos aquí, estamos muy a gusto»

Si quieres, puedes. Isabel Morón, pediatra, y Alejandro Fernández, médico de familia, se pusieron las pilas con el sueco hace dos años. Y ahora, con el certificado de C1 en la mano los dos son médicos legalizados en Suecia. Pero, además de dominar el idioma, ir a otro país contiene mucho más. Lee sus experiencias en esta entrevista. 

Por Hannu Arvio

Hannu: ¿Qué surgió para que ahora estéis en Piteå, en el norte, norte de Suecia?

Isabel: En ambos casos al terminar la carrera, empezamos a trabajar en Andalucía, y la verdad es que las cosas no están tan bien como podrían estar. Los contratos son un poco precarios y veíamos que aunque hiciésemos la especialidad allí, la cosa iba a seguir siendo un poco complicada. Entonces nos planteamos la opción de ir a hacer nuestra especialidad en otro sitio y probar a ver si nos gustaba. 

Hannu: ¿Y por qué Suecia?

Isabel: Pues la verdad es que en mi caso Suecia no fue la primera opción. 

Alejandro: Fue la mía. (Ambos ríen).

Isabel: Mi primera opción fue un país de habla inglesa, porque por supuesto era más fácil. Yo ya hablaba inglés. Pero Alex me fue convenciendo poco a poco y la verdad que todo lo que ofrece Suecia es muy bueno: buenas condiciones laborales, oportunidades y formación.

Hannu: Alex, ¿por qué tú la empezaste a convencer para ir hacia Suecia?

Alejandro: Pues, ¡buena pregunta! Una de las condiciones que le puse a mis padres cuando empecé a estudiar medicina, es que quería trabajar fuera de España, y ellos me dijeron que no había ningún problema. Así que desde que empecé los estudios, busqué cómo se podía hacer la especialidad en Dinamarca, en Noruega, en Irlanda, etc., y encontré un blog de un médico de familia que era español. Él había hecho la especialidad en España y se había mudado a Suecia. Escribía sobre cómo era vivir y trabajar de médico de familia en Suecia. Las condiciones de trabajo, el tipo de asistencia que se podía dar y de vida era genial. También tenía sus contras, como el clima viniendo del sur, pero bueno. La verdad es que llegó el momento en que me gradué y empezamos a trabajar como ha dicho Isa y nos preguntamos: ¿para dónde vamos? Empezamos a mirar Irlanda, Inglaterra, Escocia, y al final vimos Suecia y dijimos:

Isabel: ¡Pues a Suecia!

Alejandro:  Y empezamos a estudiar sueco mientras trabajábamos como médicos.

El idioma ha sido la clave para ejercer sus profesiones y establecer un plan de vida en Suecia.

Hannu: Entonces, en ese momento empezasteis el proyecto, ¿hace mucho tiempo de esto?

Alejandro: Pues hará dos años.

Hannu: Dos años, de hecho no hace tanto y ya estáis trabajando allí.

Isabel: Llevamos aquí viviendo nueve meses.

Alejandro: Efectivamente, nos mudamos aquí en octubre.

Hannu: Entonces, cuando te pones hay resultados.

Alejandro e Isabel: ¡Sí! 

Alejandro: Hay que dedicarle tiempo.

Hannu: Y cuando empezasteis con sueco, en algún momento, ¿teníais dudas por si esto no llegaba a ninguna parte? 

Isabel: Yo al principio cuando empecé a ver tantas letras que no había visto nunca, una pronunciación tan distinta, me dije: esto no es para mí. A mí los idiomas no se me dan muy bien. 

Alejandro: Empezamos con vosotros, lo primero de todo fue apuntarnos a un curso intensivo de un mes de nivel inicial A1. Y eran todos lo días un montón de horas, de deberes, de cosas que había que estudiar, porque era muy intensivo.

Hannu: ¿Eso fue en Institut Nòrdic?

Alejandro: Nosotros hemos estado siempre en Institut Nòrdic. El primer mes  fue duro, hicimos el A1 entero y nos vino justito. Estábamos además en verano, trabajando para cubrir todas las vacaciones de los compañeros, es decir, nosotros las clases las hacíamos estando en una guardia, sentados, vestidos con el uniforme y de buenas a primeras nos llamaban, porque trabajamos en un centro de salud rural. Nos llamaba el 112 y teníamos que decir en la clase: me voy con la ambulancia, lo siento, y nos desconectábamos.

Hannu: Justo lo que no recomendamos, hacer un curso intensivo mientras trabajas. 

(Todos ríen).

Alejandro: Exacto, pero es que estábamos muy decididos.

Isabel: Sí, en mi caso fue un contacto un poco irregular por eso que explica Alex, pero fue un muy buen contacto. Noté una grandísima diferencia entre el primer día que escuché a Sofía hablar sueco y el último día que escuché un audio en sueco. Pensé: ahora puedo entender algo.

Alejandro: Yo recuerdo un ejercicio que tuvimos que hacer, que además fue buenísimo y recordándolo ahora es muy gracioso. Grabarnos a nosotros mismos presentándonos en sueco. Además nos pilló en una guardia, a cada uno en sitios distintos, y lo grabamos con la ropa de trabajo. Y después, cuando ya terminamos el curso con Sofía, volvimos a ver los vídeos y se podía ver la diferencia de nivel que teníamos ya viviendo aquí en Suecia. Además lo hemos conseguido en un año y algo. La verdad es que impresiona.

Alejandro encontró el médico de familia que quería ser en Suecia.

Hannu: Y ahora vuestras especialidades son pediatra y médico de familia. Con lo cuál hablar sueco es imprescindible.

Isabel: Absolutamente. 

Hannu: No sois radiólogos.

(Alejandro e Isabel ríen).

Alejandro: No, pero aun así para cualquier trabajo de medicina, de enfermería o de psicología, el Socialstyrelsen, que es aquí el organismo regulador para poder colegiarse, te exige un certificado de C1 de sueco. No es que llegues y te pongas a trabajar. Puedes trabajar sin el C1 de sueco, pero sin la misma responsabilidad y tutelado siempre. Tienes que encontrar alguien que se quiera hacer cargo de ti y tutelarte. Nosotros empezamos así, llegamos sin el C1, teníamos el B2 y seguimos estudiando desde Suecia.

Isabel: Seguimos a través de Institut Nòrdic.

Hannu: ¿Con el certificado C1 de Institut Nòrdic on dieron la legitimación? 

Alejandro: Sí, funciona perfectamente.

Isabel: En una semana nos habían dado la legitimación. 

Alejandro: Nos dijeron que podía tardar entre uno y dos meses, porque además hay bastante problema con los certificados ahora mismo aquí, debido al volumen de trabajo que tienen. Y en una semana y media ya estaba, yo supongo que lo dicen por cubrirse un poco las espaldas. No conocíamos a nadie que hubiera presentado el certificado de Institut Nòrdic y funcionó perfectamente. 

Hannu: De hecho es la primera vez, que sepamos, que alguien presenta nuestro certificado y eso funciona.

Alejandro: Pues ha funcionado perfecto. 

Isabel: Sin ninguna pega, no nos han puesto ningún problema. 

Hannu: Entonces, volviendo a vuestro proceso, la primera decisión, que Isabel la tomó un poco forzada, mínimamente por lo que he entendido, (todos ríen), a partir de esa decisión, trabajando duro y estudiando, en dos años sois médicos legales en Suecia. 

Alejandro e Isabel: Sí. 

Hannu: ¿Y que ha cambiado respecto a las condiciones que teníais en España? 

Alejandro: Principalmente, como yo trabajaba de médico de familia, tenía mi consulta en España, y ahora también la tengo aquí en Suecia. En España podía ver una media de 40 pacientes al día, trabajaba de 8h de la mañana a 15h de la tarde sin parar, y eran 40h, más urgencias que surgían, porque al ser un sitio rural no había más médicos. Antes tenía 4 o 5 minutos por paciente, ahora tengo 30 o 40 minutos. Trabajo de 8h de la mañana a 17h de la tarde, con una hora en medio de almuerzo.

Isabel: Y dos descansos de 15 minutos.

Alejandro: Y dos fikas, que es muy importante.

Hannu e Isabel: ‘Fika’ es la pausa para el café.

Alejandro: Eso aquí es sagrado. Estos 15 minutos son obligatorios. Además, va todo el centro de salud a tomar el café y a hablar. 

Ahora siento que soy el médico de familia que quería ser. Tengo tiempo para hablar con mis pacientes, puedo darles la atención correcta.

Isabel: Sí, más o menos mi concepto es el mismo. Los dos últimos años que ejercí en España también llevaba una consulta de pediatría en un centro de salud, y veía muchos pacientes diariamente con poquito tiempo, siempre estresada, y aquí tengo 30 minutos por paciente, puedo hablar con ellos, los niños están más tranquilos en la consulta, porque es más rato y entonces se relajan. Yo sobre todo en lo que he ganado es en tranquilidad y en formación. Aquí tengo un tutor conmigo al que le puedo preguntar dudas, con el que tengo tutorías todas las semanas y me ayuda con temas formativos. Eso es una ventaja muy grande. 

Alejandro: La organización a nivel de equipos en los centros de salud no tiene ni punto de comparación con España. Todos participamos en equipo, tanto el equipo de enfermería como el de medicina, es una maquinaria muy bien engrasada. Y se nota mucho.

Ahora tienen tiempo para disfrutar de sus hobbies.

Hannu: Y esa tranquilidad en el trabajo, ¿también se refleja en el tiempo libre?

Alejandro e Isabel: ¡Absolutamente!

Isabel: Antes en España no teníamos tiempo libre, nuestro tiempo libre era para estudiar. 

Alejandro: Para estudiar sueco y para dormir porque hacíamos turnos de 32 y 48 horas, porque no había médicos.

Isabel: Y aquí tenemos tardes libres, fines de semana, tiempo para seguir formándonos, tiempo para conocer la ciudad, para quedar con nuestros amigos, vivo tranquila.

Alejandro: Ahora tenemos hobbies. Por ejemplo, en invierno podemos ir a pescar al hielo. Y ahora, en verano podemos ir los fines de semana al puerto a pescar.

Isabel: O a bañarte.

Hannu: ¡Veo que tenéis un plan de ser suecos de verdad!

Alejandro: Sí, la idea es esa. Hemos firmado un contrato de especialidad por 6 años, y después de trabajar y formarnos aquí, la idea no es volver a España. La idea es quedarnos aquí, estamos muy a gusto.

Isabel: Sí, estamos muy contentos con la decisión, la verdad.

Hannu: Como veo que ya vais al lago helado a pescar y todo, entonces, ¿tenéis algún objetivo de adaptaros a la sociedad al 100%?

Isabel: Nuestro próximo objetivo a corto plazo es comprar una casa, la vivienda está mucho más barata aquí que en España.

Alejandro: También nosotros vivimos en el norte de Suecia. Se vive distinto en Estocolmo que en Norrbotten. (Se ríe con Isabel).

Hannu: ¿Os gusta el norte? ¿Habéis estado durante el invierno también?

Isabel: Hemos vivido todo el invierno. 

Alejandro: Nosotros nos mudamos aquí en octubre, hicimos un viaje por carretera, desde Granada hasta Piteå, en coche. Fueron 5 días, 1000km. todos los días. Al llegar, poco después, en noviembre, empezaron a caer las primeras nevadas. 

Isabel: Y a final de noviembre estaba todo blanco. 

Alejandro: Ya a principios de diciembre estaba todo cuajado. La primera vez que vimos una aurora boreal encima de casa, fue alucinante. 

Isabel: Sí (lo recuerda y se sonríe).

Alejandro: O estar en tu casa en manga corta y salir a la calle y estar a 20º bajo cero. Tener que instalarle al coche un calentador de motores para poder cogerlo. Para ir al trabajo y luego allí, calentar el coche para volver. 

Isabel: Pero, aún así yo diría que ha sido un invierno bonito y bueno. Los sitios están muy bien acondicionados para que no haga frío. Se está muy bien en casa, en el trabajo, en los centros comerciales. Y luego en la calle, cómo dicen los suecos, no hace frío, si no que no llevas un buen abrigo. (ríen Alejandro e Isabel). Y efectivamente es así.

Alejandro: Aquí yo he de decir, que nos reímos mucho de los sureños de Suecia, con el ‘snow chaos’. Cuando en Estocolmo, pega un nevazo se paraliza todo. Y aquí, hemos estado con un metro y medio de nieve, 

(Hannu sonríe).

Isabel: y la vida sigue.

Alejandro: Pasan los quitanieves y hay cero problema, como si hiciera sol. 

Algo más que frío han encontrado en el norte, tranquilidad.

Hannu: Cuando vais a España, ¿vais a Granada normalmente? 

Isabel: Hemos ido una vez solo, ya que no queríamos volver de golpe en los primeros meses. Hicimos una ruta, fuimos a Granada, a Madrid para ver a mis hermanos y a Mallorca, para ver a mis padres. 

Hannu: ¿Cuál es la primera cosa que le contáis a vuestros seres queridos sobre la vida en Suecia?

Alejandro: Mis padres estaban muy preocupados por el hecho de mudarnos aquí, todo el mundo tiene el concepto de que la gente no tiene contacto con nadie, que nadie nos iba a hablar. Que íbamos a estar aislados y nos hemos llevado una sorpresa, al darnos cuenta que aquí en el norte, la gente es super acogedora. Íbamos por la calle y la gente nos ayudaba. Nos oían hablar español y se acercaban en los restaurantes y nos hablaban en español, porque allí es un idioma muy común y muy estudiado. 

Isabel: Y no solo eso, siempre nos han intentado ayudar, nos lo han hecho todo mucho más fácil. Hicimos un grupo de amigos sin ningún tipo de problema. Tenemos planes todos los fines de semana. Y eso es una cosa que aterrorizaba a nuestra familias, vais hacia el norte y vais a estar solos y aislados, nos decían. 

Alejandro: Pero mis padres vinieron en navidades, y se pasaron aquí casi dos semanas. Pasamos el fin de año juntos, comimos las uvas aquí en Piteå.

Hannu: Con poca luz y mucho frío.

(Alejandro e Isa ríen).

Alejandro: Es verdad que en invierno anochece muy pronto. Por ejemplo, sale el sol a las nueve de la mañana y anochece a las dos de la tarde. Pero como está todo blanco, todo nevado,

Isabel: es muy bonito.

Alejandro: La luz de las farolas se refleja, la luz que hay en todos lados se refleja, y la verdad es que no es de día, pero hay luz en la calle.

Isabel: Y además, hay una costumbre muy bonita aquí, y es que la gente pone luces en sus ventanas. Y en todas las ventanas de todas las casitas hay alguna pequeña luz, ya sea colgada de arriba o una pequeña lamparita, entonces eso da una sensación de mucha (ambos dicen calidez). 

Alejandro: Mis padres antes de estar aquí, no podían creer cuando hablábamos con ellos y nos veían en manga corta. Nos decían, ¡pero cómo vais a estar en manga corta, si estamos viendo que estáis allí a 20 grados bajo cero! Y cuando vinieron se quedaron alucinados y nos lo dijeron, entendemos perfectamente que no queráis volver. 

Cómo dicen los suecos, no hace frío, si no que no llevas un buen abrigo.

Hannu: ¿Hay alguna cosa en la sociedad sueco que creéis que os va a costar?

Alejandro: Sí, los suecos son gente muy correcta.

Isabel: Y muy acogedores, pero hasta un límite (ella lo representa con su mano). No hablan de nada personal.

Alejandro: No se meten en temas de política, no dicen nada que pueda hacer sentir a alguien incómodo. Entonces, eso hace que choquen mucho los primeros contactos con los compañeros, porque ves que la gente no quiere profundizar en una conversación contigo porque eres extranjero y puede ser que te dé vergüenza o que no puedas hablar o comunicarte. Había mucha gente que nos decía, sobre todo enfermeros, ¡ay pero si habláis sueco! Y nosotros, claro si tengo mi consulta y estoy viendo a mi lista de pacientes, claro que hablo sueco. Y no se lo esperan, es un idioma minoritario, la gente no espera que hables sueco. Y es distinto el acercamiento a la gente.

Isabel: Es mucho más lento y más progresivo. En España quizá abrimos las puertas de casa muy rápido y aquí no tanto. Son educados, son correctos, son amables, la conversación es fluida, pero tienen un límite hasta el que puedes llegar. Y hasta que no te van conociendo, no dejan pasar ese límite. 

Y luego para mí quizá el tema del tiempo. Aquí van relajados para todo, yo siempre voy mucho más rápido y quiero hacer las cosas más deprisa. (Se ríe).

Alejandro: Estamos acostumbrados a hacerlo todo rápido y con prisas en España. 

Isabel: Aquí se va a hacer, pero se va a hacer despacio y bien.

Alejandro: Efectivamente. Te lo vamos a hacer bien, que eso tarda más tiempo, pues muy bien, pero lo vamos a hacer bien. Eso hay veces que estresa.

Isabel: Sí, a mi me estresa mucho.

(Ambos ríen)

Hannu: Entonces estos son los pequeños choques culturales que hay. 

(Ambos afirman)

Hannu: Y en el trabajo, ¿hay más ambiente internacional? Más trabajadores de fuera de Suecia.

Isabel: Sí, en el hospital hay bastante. Por ejemplo, en el hospital de Sunderby, que está en Luleå, la mitad del servicio de pediatría es gente que viene de fuera. Gente de Rusia, de Grecia, de Austria, de Polonia, etc. Es bastante internacional.

Y eso que es el norte. En el norte, la presencia de gente de fuera es menor. La gente de fuera se suele ir más al sur, por aquello del contraste. Se van a Estocolmo, se van a Gotemburgo, se van a Malmö. 

Alejandro: Son ciudades mucho más internacionales que Piteå o  Luleå.

En mi centro de salud, ahora mismo yo soy el único extranjero, todos los demás son suecos. Pero bueno, no he notado diferencia, desde el minuto uno me siento integrado totalmente.

Alejandro e Isabel se sienten integrados y acogidos en Suecia, su nuevo hogar.

Hannu: Voy a repetir una vez vuestro camino. Hace dos años, Isabel está convencida por Alejandro de que hay que estudiar sueco.

(Ambos ríen y afirman).

Hannu: Hacéis un curso intensivo de Institut Nòrdic con la ropa de médico, y después estudiando más, en un año y pico ya estáis en Suecia. Impresionante.  

Alejandro: Sí, pero hay que ponerle interés. El sueco no es un idioma que te lo pongas en la cabeza y te empapes de él. Hay que practicar mucho, sobre todo hablar y escuchar el sueco.

Hay tantos dialectos, es una de las cosas para la que no estábamos preparados. Por ejemplo, entender a alguien de Skåne es difícil, porque tienen un dialecto muy especial. Es una cadencia distinta al hablar, entonces hay que escuchar.

Isabel: Al principio puede sonar un idioma muy brusco y cortante, pero luego es hasta bonito de escuchar. 

Alejandro: Las primeras veces cuando lo escuchamos decíamos: es literalmente el idioma de los vikingos (todos se ríen). Suena cortante, bruto, muy distinto a las lenguas latinas. Pero bueno,

Isabel: luego es hasta bonito.

Hannu: Yo veo que nos ha costado tanto tampoco, en esfuerzo sí, pero en tiempo no.

Alejandro e Isabel: En tiempo no.

Alejandro: No tiene una gramática…

Isabel: …hiper compleja,

Alejandro: como por ejemplo la tiene el español. Es más sencilla y es un idioma muy agradecido porque en cuanto haces el A1, el A2 y el B1

Isabel: ya puedes comunicarte un poquito, ya sabes tiempos verbales, los primeros niveles son muy agradecidos. 

Alejandro: Luego ya es cuando empiezan las excepciones, y ahí hay que ponerse en serio a estudiar. Pero no es un idioma como el finés, que nos parece más difícil que el sueco. 

Hannu: Yo soy profe de finés. (Todos ríen). 

Isabel: Los primeros niveles de sueco son agradecidos, enseguida sientes que puedes decir algo.

Alejandro: Sí, sobre todo el poder comunicarte.

Isabel: Puedo pedir un café, ir a un restaurante y pedir lo que quiero.

Alejandro: La primera entrevista de trabajo que tuvimos fue hace un año y dos meses, la hicimos online con los gerentes de centro de salud en el que empezamos, en el cuál yo estoy ahora. En ese momento, estábamos terminando el B1 y con el B2.  Con eso ya nos pudimos entender perfectamente con ellos. Les mandamos el currículum y una carta de motivación en sueco, pero ellos querían ver que hablábamos y entendíamos el idioma. Yo pienso que se sorprendieron (Isabel reafirma). Creo que hicimos la primera entrevista en mayo, y de ahí nos hicieron varias a lo largo de un tiempo. 

Isabel: A principios de septiembre ya estábamos aquí. Nos hicieron una entrevista presencial y en octubre nos estábamos mudando. 

Alejandro: Además, nos programaron dos días de trabajo con ellos. Una prueba para ver que nos podíamos comunicar perfectamente con los pacientes. Ellos nos estaban evaluando. En ese momento, estábamos empezando el B2, todavía no teníamos el C1, y pudimos entender perfectamente a los pacientes.

Isabel: Sí, es un idioma agradecido.

Alejandro: Sí. 

Hannu: Pues muy bien, me alegro muchísimo por vosotros. (Los dos sonríen).