Entrevista a Lea Beliaeva Bander, profesora de danés: «Los daneses somos tan felices porque tenemos confianza en la comunidad y en el sistema».

Lea es una profesora con mucha experiencia en la enseñanza de danés para extranjeros, primero en Copenhague y ahora en Institut Nòrdic, en Barcelona. Se sentía contenta en Dinamarca y también en Cataluña. Según ella, escuchar danés es muy importante para aprender el idioma. 

Entrevista por Hannu Arvio

– El danés como idioma tiene ciertas peculiaridades, como la pronunciación. ¿Cuál es el idioma que ayuda más para hablar bien danés?

Mmm…Diría que el danés es más fácil para las personas que hablan alemán, ya que comparte muchas similitudes gramaticales.

– ¿Y qué dificultad comporta para un castellano o catalanoparlante?

– Para los catalanoparlantes es un poco más fácil en cuanto a la pronunciación de las vocales, porque los sonidos de las vocales en ambos idiomas son parecidos. Los castellanoparlantes que no hablan catalán lo tienen un poco más complicado.

– ¿Cuántas vocales hay en danés?

– Buena pregunta: 9 vocales. Pero además hay también muchos otros sonidos vocálicos. Por ejemplo, tenemos la letra Ø, que se puede pronunciar de tres maneras distintas.

-¿Cómo llevan la gramática, tus alumnos?

– Para la gente que viene de una gramática como la española, catalana, francesa o italiana, les resulta muy diferente. Es difícil traducir tal cual las normas desde el danés al castellano, porque la estructura de las frases es bastante distinta.

– ¿Saber inglés ayuda?

– Ayuda un poco, aunque considero que el alemán es el idioma que más ayuda, pero sí que es cierto que hay similitudes en ciertas cosas con el inglés. Las tres son lenguas germánicas, proceden de una misma raíz.

-A ti, como danesa, seguro que aprender alemán, inglés y otros idiomas nórdicos te resulta bastante asequible. ¿Entiendes sueco y noruego?

– Más o menos. Después de 9 años en Copenhague entiendo más el sueco, por la cercanía con ese país, pero antes de mudarme allí entendía mejor el noruego. Ahora lo hago más o menos por un igual.

– ¿Entiendes Islandés?

– La verdad es que no. Leyendo se puede entender un poco, pero no mucho.

Tu tienes una larga trayectoria como profesora de danés para extranjeros en Dinamarca; ahora estás aquí en Barcelona, enseñando no a extranjeros sino a locales. ¿En qué se diferencia enseñar danés en Copenhague o en Barcelona?

– Es todo muy diferente. Los alumnos que aprenden danés en Dinamarca viven ahí, por lo que oyen y leen danés a diario. El danés está por todas partes. Aquí no es así y, claro, los estudiantes tienen que esforzarse más. Van más lentos que los que viven en Dinamarca, pero es natural porque no están en contacto permanente con el idioma.

– ¿Hay alguna manera de compensar esa desventaja?

– Sí, claro. La mejor manera de aprender danés si no vives en Dinamarca es ver series o películas, escuchar música… Escuchar es otra manera de aprender un idioma.

– ¿Hay alguna serie que recomiendes a tus alumnos?

Sí, hay dos. La primera se llama «Matador». Es una serie muy antigua que todo el mundo conoce y de la que hay un montón de referencias. Además ahora la cadena estatal de televisión, DR, permite verla con subtítulos, lo que puede ayudar mucho. Para las generaciones más jóvenes, de unos 20 a 30 años, hay otra serie muy nueva sobre los jóvenes de Copenhague que creo que representa muy bien cómo viven y piensan. La serie se llama «29» y las primeras tres temporadas se pueden encontrar en Youtube.

– ¿A qué se debe que ahora haya tantas series danesas (y buenas)?

– Bueno, en cualquier país existen modas. En los últimos años en Dinamarca hay un auge de la novela negra, así como de los libros que destacan conceptos socioculturales daneses como hygge (estar a gusto, cómodo y relajado en un sitio) o lykke (felicidad), porque los países escandinavos tienen esa fama de ser los más felices del mundo, así que creo que esa manera de vivir y pensar es algo interesante.

Has vivido en Copenhague y en Århus… ¿Cuál crees que será la próxima tendencia danesa en exportarse aquí?

– Pues tendrá que ver con el reciclaje, la sostenibilidad, minimizar el desperdicio de alimentos…En Dinamarca es muy común comprarlo casi todo de segunda mano, como ropa, muebles o artículos para el hogar. Es más barato, sostenible y encima se pueden encontrar cosas muy originales y únicas. En cuanto a los alimentos, casi todos los supermercados en Copenhague venden alimentos que están a punto de caducar a un precio reducido y también hay supermercados que se dedican a vender alimentos ya caducados, fuera de temporada o con el envase abollado o roto, como arroz, pasta o verduras.  En Dinamarca es algo muy popular y no solo una tendencia, sino un estilo de vida para muchísima gente.

– ¿A qué lugares nos recomiendas ir?

– Realmente la naturaleza en Dinamarca es muy particular, porque no hay montañas: tenemos colinas y mar por todas partes.  Se puede decir que es más aburrida, pero por otra parte es como entrar en otra dimensión. Me gusta mucho la costa que hay en el sur de Copenhague, que está protegida por la UNESCO, así como la de la península. Recomiendo también ir al campo, sobre todo en verano. Muchos extranjeros conocen Dinamarca por Copenhague, la arquitectura, las bicicletas y todo eso, pero algo muy bonito del país es ir al campo, a los pueblos muy pequeños… Además en el campo la gente es más abierta a la hora de querer conocer a los visitantes, invitarlos…

– Llevas ahora aquí unos meses. ¿Te ha costado integrarte?

– Lo más difícil son los trámites, porque en Dinamarca todo es digital. Necesitas un número de identidad y ya está, no tienes que ir a un montón de oficinas. Todo funciona mucho más rápidamente. Aquí las cosas van más despacio y hay mucha burocracia. He tenido que aprender a tener más paciencia.

– ¿Qué cosas positivas destacarías de Barcelona?

– Lo mejor de aquí es la energía de la gente. Eso de que todo va más despacio es también algo muy bueno: tengo la sensación de que la gente no se estresa tanto como en Copenhague. También un elemento muy importante para mí es el tiempo, que es mucho mejor aquí que en Dinamarca.

– Si en Dinamarca la gente está estresada y el tiempo es malo, ¿cómo es que siempre está a la cabeza de los países más felices del mundo?

– Los daneses somos tan felices porque, en general, tenemos más confianza en la comunidad y en el sistema. El sistema está para ayudarte, y tenemos la seguridad de que lo hará si lo necesitamos. Aquí he hablado con mucha gente y me corroboran que no es de la misma manera. Y esa sensación de seguridad que los daneses tenemos nos da tiempo para hacer otras cosas en lugar de preocuparnos. El estado del bienestar es mucho mejor y eso ayuda mucho.

– ¿Qué 3 cosas de Dinamarca añoras un poco aquí?

– En primer lugar, la familia. Luego también echo de menos una cosa que, curiosamente, antes odiaba de Dinamarca: el sistema. El sistema tiene cosas buenas, pero también te obliga a actuar de cierta manera y te controla. Ahora veo que esta seguridad se traduce en más tranquilidad. Y algo que todavía no he echado de menos por el poco tiempo que llevo son los veranos. Ya veremos cuando se acerque el momento.